Los «grandes»
Está muy bien reconocer su maestría, su capacidad de entrega, su mérito, su tenacidad, su magia… teniendo en cuenta que, igual que ellos pudieron llegar a eso, nosotros también podemos hacerlo.
Está muy bien reconocer su maestría, su capacidad de entrega, su mérito, su tenacidad, su magia… teniendo en cuenta que, igual que ellos pudieron llegar a eso, nosotros también podemos hacerlo.
Zaragoza volvió a sorprenderme esa noche. Cuando visitas una ciudad por segunda vez, pasados veinte años, estás expuesto a que te ocurra lo que me pasó a mí. Que cruces un puente (que ya transitaste) y tengas la impresión de que no lo has cruzado nunca. Que entres a un garito (en la que ya bailaste y bebiste) y tu cabeza no recuerde dónde estaban los baños.
¿Qué pasaría si el planeta diera una sacudida y de golpe te encontraras viviendo en la piel de otra persona? Este es el punto de partida de un conjunto de diez relatos que hablan del extrañamiento de ser uno mismo. RELEE tiene el placer de invitaros a la presentación de su última publicación: Manual de Jardinería (para gente sin jardín), de Daniel Monedero. El acto … Leer más
Pensé que se cansaría, que rompería pronto la rutina de escribir sobre lo mismo. Que encontraría cualquier excusa para dejarlo y pedirme pasar a otra cosa. Pensé que quizá era muy joven para mantener la constancia en un proyecto como este, porque llevarlo a cabo cuesta mucho esfuerzo. Pensé que ella misma se bajaría del carro. Pero nada de eso ha ocurrido.
El humor, sea uno enfermo terminal, musulmán, católico o adorador de Viznú, no puede conocer más límite que el intentar hacer reír a la gente. Y para hacer reír a la gente, hay que romper cosas y no a todo el mundo le gusta que se rompan las mismas cosas.
«Para toda la vida», una curiosa visión de la maternidad, ha sido el microrrelato ganador de nuestro concurso de mayo «Mi mamá me mima».
hay casos de amores obsesivos que duran años, y con uno de ellos se atreve Stefan Zweig en Carta de una desconocida (1922), una novela corta que se reduce a una carta escrita por una mujer muy enferma en la Viena de primeros del siglo XX. Pero vaya carta, es un impresionante monólogo interior, escrito por una persona que sabe que va a morir, desde la inferioridad de clase y de género.