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Recomendación literaria

(Texto extraído de El Vigilante, blog diocesano)

El jueves de la ascensión, se presentó en Madrid el Manual sexual para católicos adultos ilustrado. Entre sus páginas, se viene a explicar que la doctrina de la iglesia, si bien intransigente y taxativa en todo lo relativo al adulterio y las relaciones prematrimoniales, dejaría, no obstante, las puertas abiertas al placer del individuo; siempre que se entienda tal concepto como una manifestación más de la eterna búsqueda de la felicidad del ser humano y, por tanto, de su ansia de anticipar el encuentro con el creador.

El autor, el teólogo Fermín A. Heiss, expone con gran virtuosismo que algunos aspectos de la práctica carnal, considerados pecaminosos desde Nicea, se revelan instrumentos capaces de reforzar la esencia sacra de la espiritualidad tras un análisis más profundo; sazonando las reflexiones con continuas, a la par que enriquecedoras, referencias al legado de nuestros poetas de la mística.

Sin embargo, la obra, prologada por el cardenal Don Israel Z. Fuentesaz, lo cual da una idea del grado de aceptación de la tesis entre las autoridades eclesiásticas, no es un simple despliegue de raciocinio, sino que, honrando a su título, posee una clara vocación pedagógica. Tanto sus ilustraciones y fotografías en color, procaces unas y otras sin caer en el mal gusto, como los innumerables ejemplos que salpican sus trece capítulos constituyen una herramienta perfecta para los que alberguen la intención de hermanar el sentido de la fe, inscrito en la práctica religiosa secular, con la mirada hedonista hacia la vida, tan común en esta época; el dar rienda suelta a las pasiones del cuerpo, con la estricta observancia de las normas y los preceptos.

Los retales que incluyo a continuación darán una idea más clara del interés que puede llegar a despertar el ensayo. Su más que sugerente corpus y la magnífica edición, al modo de las antologías de pintores y fotógrafos, hacen de él una joya sin precedentes. Juzguen ustedes mismos.

Fragmentos (atención, spoiler):

Páginas 23 y 24.

“Es un hecho que los usos y maneras de los religiosos están presentes en los rituales de apareamiento a lo largo de la Historia. En la antigüedad, era costumbre que un prelado de confianza sirviera de notario ─testigo de buena fe─ a la desfloración de las damas desposadas con reyes y nobles. (…)

Las alusiones a monjes libidinosos y beatas lascivas abundan en la literatura universal y en el arte en su conjunto, como así certifican los siguientes grabados flamencos del siglo XVI. (…)

En nuestros días, no es casual que muchos matrimonios utilicen atuendos de sacerdotes y monjas en sus juegos de alcoba.”

Página 26.

“En los instantes próximos al orgasmo, se intuye la presencia de lo divino.”

Páginas 32, 33 y 34.

“Sobre la masturbación:

Los varones pueden hallar en la masturbación un claro ejemplo de transustanciación, de cómo el milagro de la vida logra renacer de la irrelevancia de lo material. (…)

Las hembras que deseen entrar en la praxis masturbatoria han de partir de la premisa del recato, o de otro modo: deben entender los tocamientos y caricias como un medio para alcanzar el éxtasis purificador. (…)

La ilustración del órgano genital femenino, al pie, destaca los puntos donde ha de realizarse la fricción para salvaguardar la pureza del acto.”

Página 52.

Título del capítulo tercero:

“La felación: Metáfora de la eucaristía.”

Páginas 69 y 70.

“No hay nada malo en el castigo físico, aunque aconsejo a los jóvenes empezar con azotes. A través del dolor en las palmas de las manos, el ejecutante se acercará al sufrimiento de Jesús en la cruz. (…)

Dado que la estigmatización del cuerpo prolonga el goce y aviva el recuerdo de los tormentos infligidos y recibidos, transformándonos en apóstoles vivientes, invito a los ya iniciados a emplear instrumentos de castigo: cilicios, flagelos, fustas, cadenas de incensario y otros adminículos de laceración.”

Página 102.

“Espiar por el ojo de la cerradura, mientras en el interior del dormitorio otros se abandonan a la lujuria, no sólo no es pecado, sino que, además, nos glorifica, pues nos eleva a la categoría de testigos de Dios.”

Página 148.

“El cunnilingus es recomendable en Adviento, nunca en Pentecostés, porque ofendería al Espíritu Santo, exclusivo portador y distribuidor del don de lenguas.”

Páginas 269 y 270.

“No sería descabellado que en las iglesias se habilitaran espacios oscuros a modo de reservados, donde los feligreses retozarían a sus anchas. O, incluso, que se incorporaran confesionarios con sorpresas incluidas, pequeños generadores de milagros: cancelas secretas para facilitar la entrada y salida de desconocidos, oquedades de diversos tamaños en lugares al azar, monitores de video, hologramas o transparencias que se activasen con obleas eucarísticas. (…)

Este viraje de la curia hacia el erotismo, del que, sin duda, seremos testigos en años venideros, amén de aflojar los nudos de los prejuicios, ampliará el campo de generación de empleo y riqueza, así en el terreno de la moda como en el de las publicaciones. Imaginen el desfile de Woman´s Secret, rebautizado Nun´s Secret para la ocasión, los tiques se agotarían en minutos en la página promocional como si de un concierto de rock se tratase. (…)

Con el tiempo, nos acostumbraremos a tropezarnos por la calle con curas ataviados con sotanas de licra, sembradas de transparencias, o con siervas de Cristo, embutidas en hábitos cortos de cuero negro, que luzcan en sus muslos ligueros de vinilo o muestren la ropa interior de encaje al agacharse para coger el escurridizo breviario.

Del mismo modo, será corriente que, en las estanterías de los quioscos, convivan las revistas picantes de toda la vida con otras de corte católico, en cuyos desplegables centrales un obispo enseñe sin medias tintas sus atributos o una novicia, debidamente acompañada, ilustre a todo color el siguiente e hipotético titular: ‹‹La hostia me sabe a poco al comulgar; en asuntos de pan consagrado, prefiero la barra entera››. (…)

A propósito del nuevo paradigma, los conventos y otros lugares de recogimiento y oración abrirán sus puertas al público para permitir que los numerarios realicen tareas de proselitismo, de forma que cualquiera que lo desee se beneficie de los conocimientos teóricos y prácticos de verdaderos expertos en amor mundano sujeto a dogma, sin miedo a pecar; al fin y al cabo, ellos son la encarnación del mandamiento del cordero: ‹‹Amaos los unos a los otros como yo os he amado››.”

Página 282.

“Como consecuencia natural del proceso, comenzarán a circular por la red catálogos con fotografías y datos biográficos de hombres y mujeres de fe, mediante los cuales seremos capaces de elegir el guía espiritual que mejor se ciña a nuestras preferencias sin salir de casa, ya sea para tareas de confesión o para lo inconfesable. Y no resultaría incongruente del todo pensar que, tras la selección y toma de contacto previa vía e-mail, el elegido, o elegida, tuviera permitido desplazarse al domicilio del usuario (a) a fin de hacer llegar el mensaje a todos los rincones con mayor hondura y realismo.

Dichos catálogos incorporarán acaso secciones de juguetes sexuales, cuyo diseño estará en consonancia con la iconografía cristiana (vibradores-crucifijo, vírgenes y santos hinchables, peces uncidos por un cordón de seda, semejantes a juegos de bolas chinas, que harán las delicias de los fieles que simpaticen con lo oriental), objetos que el internauta de turno podrá adquirir o solicitar que se incluyan como parte de la sesión privada del catequista.”

Nota: Esta primera edición del manual contiene DVD bendecido; apresúrense a comprarlo.

César Sánchez

Autor de “De Vicio”

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