fbpx

BLOG

relee_maragit

Memorial de la amistad

Margarit reitera un tema que le aproxima a otros poetas como Elena Medel o Carlos Sahagún, los niños muertos en situaciones bélicas y de barbarie; y de ello surge la infancia y las ausencias filiales en "Joana" (2002): "¿Sabes cuál es, Joana, el próximo concierto?", "¿Oyes cómo en el patiode la escuela / están jugando los niños?".

Por Alberto L. Lezcano, periodista, escritor y colaborador de RELEE.

Vuelve a los ojos lectores el profundo y emocional Joan Margarit (Lérida, 1938) con La sombra del otro mar que Nórdica Libros edita con espléndidas ilustraciones del íntimo amigo del poeta Josep Maria Subirachs, escultor catalán desaparecido hace ya dos años. Vaya por delante la pulcritud a que nos tiene acostumbrados dicha editorial en relación con la poesía y la imagen, y muestra de ello es el sugerente catálogo que se nos ofrece en la doble vertiente poética e ilustrada: léase Cavafis, Pessoa, Szymborska, o Martí i Pol, entre otros.

Esta edición bilingüe de dieciocho poemas del propio Margarit es un recorrido autoantológico y un homenaje en forma de diálogo entre éste y Subirachs donde se pone en relieve la entrañable amistad y dedicación que hubo entre ambos. «Una larga amistad» reza el encabezamiento, al que sigue un desgranar de recuerdos, añoranzas, vivencias familiares y amistosas que configuran el recorrido textual de su obra, desde Restos deaquel naufragio (1975-1986), donde el lector se encuentra ante temáticas variadas que van desde lo íntimo y lo doméstico a lo existencial, pasando por los elementos de la naturaleza animal y vegetal: «Como el pájaro muerto / que el viento va cubriendo de hojarasca», adonde puede llegar «El rumor de los laureles de Indias», atravesando una música ensoñada nocturna en una urbe a la que viaja el autor («La nota en el pentagrama decables y de vías»).

Margarit reitera un tema que le aproxima a otros poetas como Elena Medel o Carlos Sahagún, los niños muertos en situaciones bélicas y de barbarie; y de ello surge la infancia y las ausencias filiales en «Joana» (2002): «¿Sabes cuál es, Joana, el próximo concierto?», «¿Oyes cómo en el patiode la escuela / están jugando los niños?». Y clama: «Donde los niños muertos eran pequeñas luces…». En «Casa de Misericordia» evoca el desvalimiento y lo siniestro de nuestra postguerra: «Hospicios y orfanatos eran duros, / pero más dura era la intemperie». Y sus poemarios últimos, No estaba lejos, no era difícil (2010) y Se pierde la señal (2012), resienten ya el paso de los años, las pérdidas, el peso de la senilidad y la mortalidad («Toda supervivencia / es esta especie de conversación / silenciosa y sin tiempo»). Todos los textos traducen la linealidad y claridad de su profesión como arquitecto y, en justa correspondencia especular, las obras plásticas de Subirachs contrapuntean con sobriedad afectiva los versos de su íntimo amigo, como lo muestra Stendhal (2006), pieza con una belleza plástica abrumadora, como si quisiera situarse en una estética próxima al autor de La cartuja de Parma (1846).

Publicado en el cuaderno cultural Bellver (Diario de Mallorca) el 26 de mayo de 2016.

Comparte

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.