Y el sol luce estúpidamente en un cielo siempre azul.
Primavera sombría, UNICA ZÜRN
Autora: María José Beltrán
D. le había dicho a Una: está claro que ya no te puedo recibir en la consulta: tú escoges: teléfono o Skype. A bote pronto, Una contesta Skype; pero no tarda en inquietarse: se sentirá menos libre escrutada por los potentes faros visuales de D. al otro lado. Unos faros azules hacia su persona. Que la deslumbrarán; descentrarán. Y junto al rostro de Una puede que se aparezca la cabeza indultada de la falla municipal de Valencia y se refleje en el portátil, sacándose la mascarilla. O que el espectro de cualquier ninot anegue la pantalla de mar y virus. Es en este duermevela cuando decide que la sesión sea por teléfono y no por Skype. Sí, se tumbará en la cama en vez de en el diván de terciopelo, se pondrá sus cascos fucsia, la voz de D. directamente en sus oídos, las manos sueltas también, una réplica doméstica del escenario habitual. Sin la foto de Freud y su nieta Eva, que ya guardaban las distancias entonces. Lo más parecido posible. Un gran privilegio en esta primavera confinados.
Una le interesan muchos de los que se tratan en la Primavera sombría, de Unica Zürn. Está escrito en tercera persona y consta de un único capítulo. Los temas fluyen de manera natural, sin apenas percibir la transición, como en una secuencia de olas
A lo largo y tendido de los años, Una le ha hablado a D. de decenas de temas y a Una le interesan muchos de los que se tratan en la Primavera sombría (Siruela, 2005), de Unica Zürn. Esta obra forma parte del programa del curso Lectura y Análisis, impartido por Eloy Tizón en Ítaca Escuela de Escritura. Está escrito en tercera persona y consta de un único capítulo –un mar- donde se va pasando de una escena a otra casi sin sentir, y los temas fluyen de manera natural, sin apenas percibir la transición, como en una secuencia de olas, que le dan a la obra un rumor de buque de fondo.
Te empodero
“A sus ojos, el hombre es un gran mago, un ser que lo puede todo, incluso lo más increíble”.
La niña protagonista, alter ego de Unica, asocia los genitales masculinos con una llave y los femeninos con una cerradura (pág. 24).
La misión de las llaves es abrir puertas. El hombre, por tanto, afirma Una, tiene la llave que abre la puerta de la sexualidad femenina.
La niña necesita un complemento, y tiene que ser masculino. Como su padre, matiza Una. La niña lo busca (pág. 26).
Te recibo en comunión
Papel en vez de pan ázimo. La niña comulga el cuerpo de su amado. La hostia consagrada en forma de foto, que mastica. Le recibe en comunión a él, su dios, el hombre a quién ha elevado a un altar. A Una le parece estar habitando un sueño en el que un sacerdote con casulla verde y blanca, y filigranas de oro, introduce el amado en la boca abierta de la niña.
Binomio dolor-placer o el pecado original
“Una barba que la pincha cuando él (el padre) le da un beso”. Esta es la segunda frase del libro, y cuatro líneas más abajo, ella (la niña protagonista) es “la muñequita de la cuna”. (Una imagina un acerico invertido en contacto con el cutis suave de un bebé.) No puede ser casual que estas dos imágenes están situadas tan cerca la una de la otra. Una concluye que, para la niña protagonista, atención e intimidad están conectados a una especie de rudeza y de alfileres de dolor. Y todo ello unido, quizás, a una nebulosa de “humo de cigarrillos, cuero, botas que crujen”. El binomio dolor-placer va a estar presente en las fantasías sexuales y juegos de la niña protagonista.
La muerte en lo alto
“Se siente tan estremecida de gozo que no le importaría morir ahora mismo”. Una entiende que un torturado amarre su alma a un momento cumbre de felicidad. Para volar. La niña protagonista alter ego de Unica esperó demasiado para prender la suya a ese máximo de gloria. Que no espera. Que es efímero siempre.
“Con el beso terminaría todo”
Una hace las siguientes reflexiones: La niña protagonista pierde interés por su compañero de colegio, del que se había enamorado “perdidamente” cuando era misterioso, enigmático, callado. Pero el compañero pasa a ser accesible, su igual. Como culminación se enamora también de ella y le pide un beso. Entonces ya le desecha; se olvida de él. Porque es la ausencia lo que hace que ella busque. Al no haber falta, no hay nada que buscar. Ni que desear. No tarda en obsesionarse-enamorarse de un (extranjero) adulto lo que supone, por tanto, un amor imposible. El amor imposible le permite estar deseando siempre.
Por Eloy Tizón o ‘La historia de un vuelo’
Eloy les dice en el curso que Primavera sombría es la historia de un vuelo. A Una le gusta mucho el análisis que hace su profesor. El acierto, como él señala, de la presencia en el conjunto del texto de elementos aéreos: el vuelo y la caída -al principio, cuando los amigos del padre echan a la niña al aire y la salvan en el último instante justo antes de caer; en los juegos con sus dos amigos cuando se suben a una tapia y se tiran desde arriba, en los saltos de trampolín en las piscinas, en el gran salto final-, y el hecho de que se combinen con otros elementos muy pesados. Un contraste –liviano/denso; aéreo/corpóreo- que obra a favor del relato y de la literatura.
Los temas de Primavera sombría a Una le sugieren olas. Olas que llegan muy arriba y caen. Hay algo volátil en las olas.
Una se tumba en su cama, se coloca los auriculares y la corona fucsia, los brazos ya en libertad. Una le dice a D. que se acaba de dar cuenta de que coffin es ataúd en inglés y que el texto que está escribiendo lo ha titulado confín. Desde algún lugar de Madrid ciudad hasta otro de Madrid Sur, a Una le llega a los oídos una voz de faros azules sin mar que replica: vaya por dios.