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El beso de la mujer araña

En los años 70 y 80 devorábamos a los autores del llamado “boom” latinoamericano, que encabezaban Cortázar, García Márquez, Carlos Fuentes y Vargas Llosa; sin descartar a la generación anterior, nacida en el cambio de siglo, Borges, Carpentier o Guimarães Rosa.

Pero había otros muchos excelentes escritores (cito algunos, no incluyo a los poetas), como Bryce Echenique, Juan Rulfo, Lezama Lima, Octavio Paz, o el argentino Manuel Puig.

Puig, (1932-1990), fue uno de esos argentinos errantes que vivió en diversos países de Europa y América, exiliándose y regresando a esa Argentina convulsa de los años del peronismo. Desempeñó oficios varios, con incursiones en el cine, hasta que se centró en la escritura y la docencia. Leí con gusto “Boquitas pintadas”, y “Cae la noche tropical”, pero con la que más disfruté fue con “El beso de la mujer araña”, novela que terminó de escribir en su exilio en la última etapa de Perón, en 1976.

La novela transcurre en una celda, donde un preso político (Valentín) y un homosexual afeminado acusado de pederastia (Molina), mantienen interesantes y profundos diálogos a la vez que Molina cuenta películas de cine, idealizando el amor desde su identificación con la protagonista femenina. Entre estas películas destaca “La mujer pantera”, una de las obras maestras de Jacques Tourneur (1942).

Son dos personas pertenecientes a mundos muy diferentes, que sin embargo Puig conocía bien, como activista político y homosexual. Molina y Valentín se van interesando mutuamente muy poco a poco, acercándose uno al otro con mucha precaución, rompiendo barreras y prejuicios recíprocos, en un entorno carcelario duro e inhóspito. Suavemente va surgiendo una hermosa y profunda amistad entre dos personajes pertenecientes a mundos muy alejados.

Anécdota curiosa es que la famosa editorial Gallimard, con al que Puig había editado todas sus novelas, la rechazó porque no era concebible que un revolucionario se viera ablandado por un homosexual afeminado, eran todavía los años 70.

Siempre me ha encantado contar películas, lo sigo haciendo frecuentemente, y siempre que lo hago me acuerdo de “El beso de la mujer araña”.

La película del mismo nombre fue dirigida por el argentino-brasileño Héctor Babenco en 1985, que ya había dirigido “Pixote, la ley del más débil”, y luego realizaría la interesante “Carandiru”. Como pasa con la cinematografía latinoamericana, su obra ha sido y es difícil de ver en nuestro país, más allá de los Festivales, y de algunas intrépidas salas alternativas que siguen programando en función de la calidad de las películas, y no sólo de la posible taquilla.

Babenco eligió a William Hurt para el personaje de Molina, y a Raúl Juliá para el de Valentín, elección que no gustaron en principio a Manuel Puig. Pero la cosa cambió luego, claro, Juliá borda su interpretación, y la de Hurt es simplemente magistral. Primero ganó el premio al mejor actor en Cannes, recibió luego el BAFTA, el David de Donatello, y finalmente el Oscar a Mejor Actor de 1985.

Mención especial merece la actriz brasileña Sonia Braga, protagonista de los sueños de Valentín, y con la que se identifica Molina.

La película es más que correcta, aunque le falta la brillantez de la novela, ese genio de Manuel Puig que nos emociona en cada página. Pero Juliá, y sobre todo Hurt, la convierten en una estupenda película.

 

Mariano Baratech

Sociólogo y colaborador de RELEE

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1 comentario en «El beso de la mujer araña»

  1. No soy muy fan de Puig, a quien mi gusto considera muy inferior a precursores como Roberto Arlt, por ejemplo. Y creo que esta es una de esas películas que, gracias a las tensiones entre los que la hicieron, a las horas de montaje –que casi hicieron que llegase tarde a Cannes– y a cinco semanas de doblaje donde se hicieron algunos cambios significativos, mejora el original escrito. Los que han visto el musical dicen que fue prodigioso.
    En todo caso, esta película tiene dos hitos muy importantes en mi opinión: es el primer premio de la Academia para un personaje abiertamente homosexual, y es, si no me equivoco, la primera película independiente nominada al Oscar.

    Gran post, como siempre. Gracias, Mariano.

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