(En el bote, J.D. Salinger)
Hay dos palabras que suenan tan parecido que no sorprende nada que un estudiante de inglés –yo misma cuando lo era- no las distinga o que un niño de cuatro años que vive al lado de Central Park las llegue a confundir. Sobre todo porque ese niño, que se llama Lionel, y pertenece a una familia de padre judío, está muy familiarizado con la segunda palabra y nunca antes ha escuchado la primera, que es antisemita. Se trata de kike (kaik) y kite (kait). Kite (kait) es cometa en inglés. El niño ha visto sin duda mil; las cometas penden del extremo de un hilo largo, el aire las eleva. Pero a Lionel algo no le encaja cuando la asistenta Sara le comenta a otra trabajadora de la casa que el padre es una cometa grandota y descuidada. Sucede en el relato En el bote, de J.D. Salinger. La asistenta no es consciente de que Lionel puede oírla y dice literalmente que su padre es “a big-sloppy-kike”.
Cuando en una traducción se pierde el sentido de una frase fundamental, se perfora un agujero en el casco de la literatura
Hoy día, kike (kaik) hace referencia a los judíos y tiene una connotación racista. Proviene de kikel, que en Yiddish significa círculo. Parece ser que en Ellis Island –la entrada a Estados Unidos-, los judíos iletrados habrían sellado el acceso a la tierra prometida con un círculo y los cristianos con su cruz. Lionel esto no lo sabe, quizás Sara tampoco, pero en sus palabras hay desprecio y el niño percibe que algo va terriblemente mal en el mundo. ¿Cómo gestionar la figura de un padre-cometa sobredimensionado, que ondea en el cielo con ropa informe dos tallas más grande? Lionel opta por huir y esconderse en el bote familiar, en el lago frente a casa.
Supongamos que estamos leyendo una traducción del relato En el bote. Y cometa (kite) no aparece. Además, en ninguna parte del texto se encuentra judío en jerga ofensiva (kike). Tampoco hay una nota que haga referencia al juego de palabras. ¿Qué pasa entonces por la cabeza del niño (y por la del lector) cuando cometa (kite) es reemplazada, en la traducción, por herrero o por moisés? Ahora resulta que papá se convierte en un herrero grandote y descuidado a ojos de la asistenta Sara. ¿Un herrero, mi padre? (¿Un herrero hebreo, Mr.Tannenbaum?) O sucede que papá se ha transmutado en un moisés. (¿Estaría Mr.Tannenbaum, descansando, lost in translation, en dicho moisés?)
¿Cómo afecta esta traducción libre al conjunto del relato?
El campo semántico pierde fuerza. Y no es compatible con la construcción artística, que está impregnada de paralelismos con cometas y alusiones al agua y al aire. Por ejemplo: Cuando Boo Boo, la madre de Lionel (de soltera Glass), va a buscarle, se coloca al comienzo del embarcadero y mira el barco que está, justo al final, formando un ángulo de noventa grados con la otra punta del embarcadero. Durante unos segundos la luz del sol de la tarde –que es ‘bajo y cegador’- no le deja ver bien lo que tiene delante, le hace entrecerrar los ojos, y entonces los fusiona a ambos –al bote y al niño-, para ella ya son uno, y los ve ondular en un fondo azul.
Salinger se recrea en esa escena, la mima: consigue que nos situemos en el lago con Boo Boo y que apreciemos lo que se parece mucho a la agitación sinuosa de una cometa.
También Lionel, sentado en la proa del bote, en el extremo del embarcadero, puede ver la casa familiar muy cercana. De nuevo está presente el nexo con las cometas errantes. Brisa líquida.
Y hay más: algo que no aparece en el relato, pero que sucederá porque Salinger lo anticipa: una vez Lionel y Boo Boo hayan ido a recoger al padre a la estación y salgan los tres a navegar, el hijo ayudará al padre a manejar las velas del barco y es muy posible que esa actividad y no otra, por su vínculo con el aire, el mar y el viento, ayude a Lionel a renovar la imagen de cometa que Sara pervirtió y que le alejó de casa, de su familia y de sí mismo.
Cuando en una traducción se pierde el sentido de una frase fundamental como “Daddy’s a big-sloppy-kike”, se perfora un agujero en el casco de la literatura, hay que achicar agua, la velocidad de crucero disminuye. A veces no se llega a puerto.
Bibliografía:
Nine Stories, J. D. Salinger; Little, Brown and Company
Nueve cuentos, J. D. Salinger, Alianza editorial
Nueve cuentos, J. D. Salinger, Edhasa
Teaching Salinger’s NINE STORIES, Brad McDuffie, (2012) de New Street Communications, LLC
1 comentario en «LOST IN TRANSLATION»
Gracias. He leído hace poco el cuento y ese error no lo había percibido, pero sí hubo un párrafo al final que me dejó muy impresionada. Me pareció que la madre hizo un gesto del que se deduce que hay algo sexual y pedófilo, lo que explicaría el extraño comportamiento del niño.
¿Qué opinas tú?