La soledad frente al folio en blanco
Tradicionalmente se ha considerado el del escritor como un oficio solitario, y así ha sido desde que se inventó la escritura en Mesopotamia hace seis mil años. Ahora, como entonces, el acto último de enfrentarse a la página en blanco (o a la pantalla del ordenador) sigue constituyendo un esfuerzo personal e intransferible en el que el autor solo rinde cuentas ante sí mismo hasta llegar al producto terminado.