En carne viva
Cuando comencé a escribir estos pequeños diálogos con mis hijos fue por lo que me dolía vivir. Por mis paradojas como madre. Porque no tenía tiempo ni espacio mental para escribir sobre otros temas. Ser madre era demasiado para mí. Y a la vez no era suficiente. Quería saber. Quería saber qué era lo que me dolía, y cómo podía ser que lo mismo que me dolía a rabiar fuese tan prodigiosamente bello y tierno.