Tiempo de lectura
La buena literatura perturba, zarandea y conmueve. No respeta nada y no nos deja indiferentes; nos corrige. Nos obliga a leer de otra manera, de través, a cambiar de ojos y de memoria, a ampliar nuestros límites, a internarnos en un territorio de arenas movedizas en el que nada nos resulta familiar y todo se vuelve inestable y sospechoso.