Ninguna mujer ha pisado la luna | Kike Parra Veïnat

13 Jon Bilbao La habilidad para transportar al lector, para su- mergirlo en el relato hasta el extremo de que se ol- vide de que está leyendo, la consigue Kike Parra, en buena parte, manteniéndose al margen como voz autoral: es discreto, a la vez que no pierde nunca el control de la narración. No está tan enamorado de sus ideas como para no dejar que sean sus persona- jes quienes las expresen y escenifiquen. En este libro no encontramos ninguna incursión del narrador (di- simulando apenas la voz del escritor) buscando lu- cirse y entorpeciendo la narración; un efecto similar al de ver una película en DVD con los comentarios del director activados. Dicho de otro modo, al lector se le permite salir de sí mismo gracias a que Kike Parra actúa de igual modo, no emplea protagonistas ni narradores que son trasuntos apenas velados de su persona y que hablan siempre con la misma voz, sospechosamente parecida a la suya. Ninguna mujer ha pisado la luna aprovecha asimis- mo una de las mayores posibilidades que ofrece un libro de relatos: la variedad, el ofrecernos en un único volumen un muestrario de los intereses y capacida- des del autor. A la hora de comenzar a leer a un es- critor nuevo para nosotros, siempre habría que em- pezar por una de sus colecciones de relatos, en caso de tenerlas. No existe mejor carta de presentación para un narrador. Ninguna mujer ha pisado la luna es un laboratorio de ideas, una colección de situaciones que, si bien verosímiles, no forman parte de nuestra experiencia cotidiana —ni de la del autor, probable- mente—, pero que se nos ofrecen gracias, de nuevo, a la imaginación. Recordaré por último que un libro no solo es bueno por lo que incluye, sino también por aquello de lo que prescinde. Me refiero en concreto y en este caso a los ho- menajes, ese recurso tan tentador y dañino, resultante

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