Ninguna mujer ha pisado la luna | Kike Parra Veïnat

14 Prólogo casi siempre en un tiro por la culata. Bajo el envoltorio de un reconocimiento, de una admiración, el homenaje esconde siempre una admisión de las limitaciones del autor, quien, al homenajear, se sitúa sin poder evitarlo por debajo del homenajeado. Shirley Jackson, hablando en una conferencia sobre la actitud del escritor ante los hechos reales en que se basan sus narraciones, dijo que había que manejar tales hechos «del mismo modo que un cachorro ataca un zapato viejo. Hay que sacudirlo, gruñirle, abalanzarse sobre él desde distintos ángulos». Lomismo se podría decir de las influencias. Un escritor no puede permitirse elevar ídolos a altares y venerarlos con la cabeza gacha. No debe ver a sus influencias como metas que alcanzar, sino como puntos de partida o asi- deros pasajeros,meras herramientas para encontrar una voz propia. Alas influencias hay que sacudirlas, lanzar- les gruñidos y abalanzarse sobre ellas sin piedad. Para llegar a escribir bien hay que matar a muchos padres. Y en este libro Kike Parra nos dice —siempre a través de sus personajes—que lo que persigue es llegar a escribir tan bien como para que los homenajes se los hagan a él.

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