Manual de jardinería (para gente sin jardín) | Daniel Monedero

14 Improviso estas frases por contagio, y porque siempre he pensado que un prólogo —si es con admiración— ha de llevarse algo del libro del que habla al torrente sanguíneo, y no al revés. Estas palabras no son más que la constatación, por parte de este que ahora escribe, de la alegría que implica desperezarse y salir al jardín cuando la fiesta ha terminado. Este autor no es nuevo. Es viejísimo, y sabe lo que se hace. Prólogo

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