De vicio | Arturo G. Pavón

13 Prólogo El barrio, el fracaso, el candor Marcelo Luján Como la traición y el amor y, en menor medi- da, la culpa, el regreso es uno de los viejos anhelos de la literatura. Cervantes y Camus lo sabían: vol- ver al origen, volver al sitio donde todo comenzó, volver —siempre— para cerrar aquel círculo que finalmente redima al héroe . Arturo Gómez Pavón en De vicio ha trazado esa línea circular que sólo puede acabar en el origen, en la zona cero, en el útero de la propia historia. En cada uno de los acontecimientos, en cada una de las peripecias —incluso en todas las interacciones—, esta novela nos señala la asfixiante necesidad del descanso. Porque Santos Padilla, único personaje, único latido, única voz y único foco desde donde nosotros, los lectores, observamos la evolución de la historia, transmite el fulgor del condenado a muerte, sin que sea la muerte —propiamente di- cha— el destino final de todas las acciones. Morir no siempre es cerrar los ojos y dejar de respirar, que se detenga el corazón y la sangre y todo se convierta en pasado. Morir, en ocasiones, es este túnel oscuro por donde transita Santos, una suerte de pesadilla que ocurre en el peor de los es- cenarios para una pesadilla: la vigilia.

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