Normas de inseguridad | Almu Ballester
16 Prólogo dedos que señalan una verdad. Una historia donde «menos es más». Cómo lo más pequeño adquiere de repente trascendencia. 3 La palabra debe encender visiones, o el cuento habrá fracasado. Se trata de iluminar, de un ángu- lo de mira. De un foco. De una perspectiva. Somos hijos del cine. Si algo no soporta Marisa son las salidas de tono. Siempre le parece que son dardos contra su alma. 4 Lo señalaba Flaubert cuando escribía que, si un texto tiene una frase que destaca, es porque todas las demás son malas. Narrar sin sobresaltos, aco- tando los detalles. Con placidez casi, como si el tex- to estuviera inaugurándose en este mismo instante. Y, volviendo a la metáfora gastronómica, con- tar en milhojas. Que una interpretación nos lleve a otra, y a otra, y a otra, que cada capa profundice en el sabor. La multiplicidad de los significantes: ese es el plato que más me gusta. Los pequeños sobre- saltos, las pistas, las sorpresas. Una de esas (discusiones) tontas, sin color definido. 5 Y son estas historias, justamente, las que pare- cen sin color definido, las que se crecen ante el estu- por de quien lee, las que nos podrían haber pasado a cualquiera de nosotros, las que llaman la atención en los cuentos de Almu Ballester, cuyas citas han ido recorriendo en contrapunto este pequeño pró- 3 «Nubes eléctricas». 4 «Todo lo que cae y reposa». 5 «Todo lo que cae y reposa».
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