Los motivos del fuego | Juan Carlos Muñoz
14 Prólogo la Iglesia y a Fernando Fernán Gómez . Veo a Mar- co Ferreri . El neorrealismo italiano troquelado por la apisonadora de los nuevos espectáculos de cora- zón y telerrealidad. Veo el Apocalipsis de los dioses del dinero que juegan con sus criaturas —ingenuas, indefensas, profundamente malas en sus prácticas mezquinas, en sus envidias, en sus corrupciones personales y en su afán de acumular…—, veo in- cluso a María Casanovas y Alfredo Landa a la con- quista del espacio de las verdes praderas. Veo que aún estamos ahí, en ese sueño viejo y rancio como un trozo de tocino que se pudre en un cajón de la cocina, dando mal olor a toda la casa. Estamos ahí pero mucho más quemados, porque el fuego ya ni siquiera purifica. Solo devasta. Consume. Deja un tufo insoportable a plástico quemado. Solo es una patología de pirómanos, carne de psicología, enfer- medad mental. El fuego no calienta ni cauteriza ni revoluciona. Solo es una cajita de cerillas en manos de un niño hijoputa. 11. Los motivos del fuego resume la historia de nues- tro desclasamiento histórico. De nuestro espejismo que cristaliza en la institución del matrimonio y la posesión de la vivienda como proyecciones ideo- lógicas. Ella es una mujer realista, correosa ante la posibilidad del cambio, que practica una forma de demagogia negativa; él es un ingenuo —y la inge- nuidad nada tiene que ver con la bondad sino con todo lo contrario— que padece un delirium tremens socioeconómico. El ojo de un narrador en primera, el ojo de un dios que de repente se vuelve frágil, el ojo de un Autor que siente por sus criaturas una mezcla de compasión y justo desprecio, se permi- te interrumpir el curso vital de sus protagonistas con injerencias, opiniones, juicios morales. En esa
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