Los motivos del fuego | Juan Carlos Muñoz

12 Prólogo la política en un momento de la historia cultural en el que, cuando una se compra la revista Tentaciones o Tendencias o Hipster World , se entera de que hasta Lana del Rey graba canciones políticas. Entonces una se dice que si todo es político, nada lo es, y que quizá lo más político de todo es no impostar un gesto político que se mete dentro de una lata de sopa Campbel o de un vasito de repugnantes fideos Yatekomo Ketecomo. 7. Leemos Los motivos del fuego y se nos pasan nues- tras desconfianzas intelectuales, porque posible- mente estamos ante una novela que, en su descrip- ción de la realidad y en su análisis de la misma, es necesaria. Da un testimonio y asume un modo de representación que, mezclando géneros, incomoda a lectores que podrían sentirse parte del aquelarre, del carnaval, de la ceremonia de la confusión que Juan Carlos Muñoz retrata con su espejo al pie del camino. Stendhalianamente , pero también con un punto de sobrevenida modernidad. 8. Juan Carlos Muñoz hace hablar en primera per- sona a la estatuilla de un bailarín encontrada en las obras de una urbanización desde la que se tiene una vista privilegiada de las cuatro torres fantas- males de más allá de plaza de Castilla. Lo muerto está vivo y lo vivo casi muerto . Zombificado , como la clase obrera que describe Slavoj Žižek . Aunque la zombificación haya llegado a esa clase media ram- pante que somos todos. Muñoz también mienta a Dios y al Demonio. Al Mal. Al Capital. A la tenta- ción que en este libro no vive arriba y no tiene for- ma de mujer, pero a la vez sí es una vecina bróker pelirroja que va a misa y cree en la ley del más fuer- te. Es como si Muñoz desempolvase la marioneta de la Bruja Avería después de muchos años y a los

RkJQdWJsaXNoZXIy MTQwOQ==