Los motivos del fuego | Juan Carlos Muñoz
11 Marta Sanz na, Pablito, son periodistas o archiveros, niños que van al cole y roban nidos para quemarlos, familias que viven en urbanizaciones y que pasaron su luna de miel en Camboya; sin embargo, el Número 1 tie- ne muchos rostros y por eso no tiene ninguno. Es evanescente y eviterno como el personaje de la úni- ca comedia que se atrevió a rodar Lars Von Trier , El jefe de todo esto . La desgracia tiene nombre, se le puede reclamar el impago de la hipoteca, pero el origen de la codicia se camufla, se esconde tras las cortinas de humo falso de los espectáculos de ma- gia, se escamotea a la vista para que se nos escape entre los dedos como el agua y tengamos la sensa- ción de que todo lo que hemos vivido es inevitable. Al jefe de todo esto, échale un galgo. 5. Si Los motivos del fuego fuese una película, sería una película española. Hagamos un casting: veo a Raúl Arévalo en el papel de Arturo; a Manolo Solo haciendo de Fito; a Laia Marull como Victoria y a una Leticia Dolera , un poco más gordita y teñida de caoba, en el papel secundario estelar de este cir- co: la bella Lena. Ray podría ser Juanjo Puigcorbé . O Alberto San Juan , o el castigado Willy Toledo , que tienen una edad más adecuada. En cuanto a la estatuilla, es una pena que se haya muerto Cons- tantino Romero , que bien podría haberle prestado la voz. 6. Los motivos del fuego es una novela de la crisis y, como tal, tiene un punto de sátira, otro de enloque- cida ciencia-ficción, otro de costumbrismo —en el mejor sentido de la palabra: siempre hay que andar justificándose cuando alguien escribe la palabra costumbrismo —, algo de écfrasis televisiva, algo de tratado moral, algo de referencia cinéfila y de nove- la de adulterio, algo de periodismo… Es una nove-
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