Los motivos del fuego | Juan Carlos Muñoz

10 Prólogo la literatura sin golpes de efecto, sin esa boca abier- ta que se nos queda al descubrir que sí, que sí, que sí, que Bruce Willis en El sexto sentido está muerto y bien muerto. 2. Así que empecemos por el final para decir que el desenlace de Los motivos del fuego se parece mucho a las películas de Giorgos Lanthimos . Aprovecho para introducir una cuña publicitaria, porque a fin de cuentas prólogos, epílogos, críticas y contraporta- das son cuñas publicitarias, igual que lo es la histo- riografía, como ya nos hizo saber el profesor y poeta Jenaro Talens. La cuña es la siguiente: vean las pe- lículas de Lanthimos y después entenderán mucho mejor por qué el protagonista de esta novela, Arturo, se convierte en un superviviente dentro de una ur- banización. Un superviviente que no come erizos en Honduras, pero que funda un país con un callejero cuyos nombres son el recordatorio de la primera co- munión de una historia reciente y devastadora. La de la primera y sucesivas veces que comulgamos con la hostia de nuestras pequeñas y grandes corrupcio- nes. Porque esta novela, como muchas otras, va de eso: de cómo se relacionan lo pequeño y lo grande. 3. Los pequeños mundos reflejan la violencia del mundo más grande e imperceptiblemente (¿?) nos vamos empapando de podredumbre hasta que la caca de la vaca deja de olernos porque recubre nuestros cuerpos serranos como costra invisible. Es nuestra epidermis, nuestra dermis y nuestra con- ciencia, tal vez, porque cuando en una novela se aborda el asunto de lo grande y lo pequeño también se está abordando la cuestión del fuera y el dentro. 4. Las pequeñas desgracias repetidas tienen nom- bres y apellidos: se llaman Arturo, Victoria, Caroli-

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