Error 404 | Varios autores
12 Prólogo visto afectados de una manera incalculable por sus nove- las. Por otro lado, Orwell acierta de lleno al imaginar una sociedad vigilada de modo permanente, con cámaras por todas partes y con cada uno de nosotros haciendo cada ins- tante de espía y delator de sí mismo. Algo semejante ocu- rre con Un mundo feliz de Aldous Huxley. En este caso, su modelo de sociedad encaja mucho más con el nuestro: un mundo dominado por la ciencia y la tecnología, atrapado por las extremas consecuencias del fordismo, rendido a la cultura del consumo a gran escala, en el que el origen del mal es anónimo y los poderes fácticos son mucho más difí- ciles de combatir que un viejo tirano con nombre y rostro. Aun así hay muchos otros aspectos que no se han acabado cumpliendo. No hemos usado las técnicas de la fecunda- ción in vitro para estratificar la sociedad en castas modifi- cadas genéticamente; no somos condicionados durante el sueño con mensajes grabados; todavía no es obligatorio el consumo de una droga de diseño como el soma que nos mantenga en continuo estado de letargo. Quizá, de los tres autores distópicos de cabecera que han sido leídos por toda nuestra generación, fue Ray Bradbury quien más se acercó a intuir cuál sería la forma final de doblegarnos y atur- dirnos. Si bien en nuestro mundo no se queman ni están prohibidos los libros —no es necesario, resultó mucho más efectivo hacer que no les importaran a nadie—, la antici- pación que sí aparece en Fahrenheit 451 es que en ella los ciudadanos viven rodeados por las pantallas gigantes de su salón, ensimismados en los realities . Y el televisor «te dice lo que debes pensar y te lo dice a gritos». «Ha de tener razón. Parece tenerla». Lo que ninguno de ellos podía adivinar, desde la madre de la ciencia ficción Mary Shelley hasta la también distó- pica Margaret Atwood, desde Luciano de Samósata hasta Isaac Asimov, pasando por Johannes Kepler, Jack London, Yevgueni Zamiatin o Karel Čapek, era la aparición de las nuevas tecnologías de la información y las redes sociales,
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