Lo llamaré frontera| María José Beltrán
12 Prólogo ¿Cómo es ese sueño, ese secreto? En los cuentos de Beltrán suceden cosas extravagantes con naturalidad, un mucho a la manera del Cortázar de «Carta a una señorita en París»: los personajes viajan como en sue- ños o pasan sin darse cuenta del campo a la ciudad, de la calle al descampado, de una ciudad a otra, los colores tienen una intensidad casi lisérgica, hay flo- res obstinadas, árboles que se transforman, los cuer- pos cambian de forma y de volumen, los objetos vi- bran y tienen personalidad, los límites entre el cuer- po y las cosas no están bien definidos, la naturaleza incide con sus grumos, sus texturas, su materialidad grosera y a la vez sensual, incluso erótica, la gente se agrupa en clubs o «colonias» o sociedades secretas que implican signos de pertenencia y a la vez de ex- clusión, los otros suelen ser enigmas o amenazas… A veces, leyendo estas páginas, me parecía que los personajes eran siempre los mismos, bautizados nuevamente, transformados como por ensalmo al salir de un cuento y entrar en otro, como actores que se mimetizan con su papel y viven por y para la obra que representan (en algún caso no es solo una impre- sión, como el niño con la toalla de playa que aparece con su familia en un párrafo de «Mi árbol se llama arce y la escritura» y que más tarde protagoniza, jus- tamente, «Toalla de Superman», donde una mirada infantil y nada ingenua pespuntea los alrededores del desastre adulto). Y algo similar le pasa también a la voz, a las voces, que hablan desde un mismo lugar hecho de naturalidad y desconcierto, de curiosidad y olvido, como si nada fuera lo bastante grave, al fin y al cabo, o como si hubieran aceptado desde hace mucho su falta de control sobre las cosas, sobre sí mismas. Este es un libro delicioso escrito en estado de trance, de sonambulismo, y ni siquiera la inclusión
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