No os entretengáis en pensar en vosotros como escritores. Escribid, simplemente. Tratad de disfrutar de vuestras historias. No os toméis las críticas como un palo a vuestra persona, ni siquiera a vuestra persona como escritor; somos múltiples, cada historia que escribimos es un mundo nuevo, que puede resultar afortunado o desafortunado en función de miles de factores. Nadie se libra de eso, ni los escritores consagrados —que, no lo olvidemos, en algún momento no lo fueron y funcionaron a base de terquedad—.
Siempre —siempre— nos queda un largo camino por delante. Los escritores tenemos kilos y kilos de material escrito arrumbado en un cajón. Si la cosa fuera fácil, no tendría ningún mérito, y la satisfacción de lo bien hecho se iría al carajo. Hace falta mucha tenacidad, mucha terquedad, mucha resistencia a la frustración…
Y, sobre todo, hemos de disfrutar mientras escribimos, porque será el único momento, probablemente, en que nos lo podamos permitir, y porque lo bueno de nosotros como escritores no saldrá sin una implicación y un disfrute —también sufrimiento— verdaderos. Eso es, quizá, lo que más miedo da. El resto es desviar la atención para no enfrentarse a ese miedo.
Isabel Cañelles
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