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julio 2016

La pianista que hizo llorar al ogro

Pogosova me contó cómo Yúdina había encandilado a Stalin una noche de 1943 después de que éste, sorprendido, preguntara quién era la pianista que con tanto prodigio sonaba en Radio Moscú. Aquel día, Yúdina era la solista que interpretaba el Concierto para piano número 23 de Mozart y, al parecer, a Stalin le saltaron las lágrimas, de la emoción y no de cocodrilo. Y no solo eso. Tal fue el asombro del dictador, que al día siguiente pidió que le enviaran al Kremlin una grabación del concierto que, por cierto, había sido en directo.

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Oxford, cuestión de tiempo

Entrar en Oxford supone una vez más viajar en el tiempo; ser partícipe de una obra teatral cuyo amplio reparto queda engalanado por la majestuosidad de la escenografía, los muros centenarios de esta ciudad que tanta vida esconden.

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Suicidio literario

Los escritores de más de sesenta y cinco años deberán escoger entre pensión y derechos de autor. Ya lo auguraba hasta el más inhumano, corrupto o deleznable de los mortales: siempre asaltan al más débil.

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La voz del recuerdo

Sobre los lectores que se asomen a estas líneas: me pregunto con qué frecuencia han sucumbido a los encantos de Dionisio. Sí, he dicho bien. La cuestión radica en saber cuántas noches se han liberado ustedes en los sueños de sus instintos, trabas y controles que ejerce la actividad social diurna para asomarse a un abismo, en ocasiones telúrico (entendido como desconocido), y en otras nostálgico.

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